domingo, 27 de septiembre de 2009

Malditos bastardos

“Èrase una vez en la Francia ocupada por los alemanes de 1940”así empieza a reinventar Quentin Tarantino-con la convencional frase de cuento-, deliberada y alocadamente, la historia de la II Guerra Mundial marcada de ironía y mucha sangre y con aura de western. Se trata de un film con nulo rigor histórico, Tarantino nos presta una lente para situarnos en una época y mostrarnos “otra historia” a través de una técnica histriónica, como sólo el sabe hacerlo.

Malditos bastardos (título basado en Que madetto treno blindato 1978 cuyo director G. Castellari, hace un cameo en este filme).

En realidad es una película repleta de historias ensambladas a la pefección, es lo que tiene reinventarse una historia y desatender todo tipo de referencias reales y contextualizaciones exactas. Donde la linea entre ficción y realidad se borra y se conjugan así personajes basados en la realidad (por otra parte parodiados) y personajes ficticios.

Shoshana es una judía que escapa de la “cacería de judíos” que los nazis, encabezados por el coronel Hans Landa, están realizando. Años más tarde, ocultando su verdadera identidad, Soshana conseguirá llevar un cine en París y casualidades de la ficción, allí se llevará a término la proyección de una película que ensalza la superioridad de la raza área. Soshana querrá llevar a cabo su venganza que se sumará, sin saberlo, a otras. Entre ellas la de los bastardos, grupo de soldados judíos que busca acabar con los nazis liderados por Aldo Raine (Prat Pitt).

Lo que empieza siendo una película de argumento dramático con tintes de ironía acaba -siendo una comedia -con todas las letras- bélica. En esta confluirán actores de diversas nacionalidades -haciendo honor a la procedencia de su personaje correspondiente- entre los que están el austriaco Cristoph Waltz, los estadounidenses Pitt y Eli Roth (además director, productor y escritor), los alemanes Diana Kruger, Daniel Brühl (nacido en Cataluña ) y Til Schweiger (conocido actor, director, guionista y productor alemán) que hace un pequeño pero bien defendido papel) y la francesa Mélanie Laurent.


Una película en la que hay una interacción realidad-ficción, imágenes, palabras, mezcla de géneros, innovación en planos. Es una película en la que se combina todo tipo de cosas, lo que le da un toque extraño y llamativo acompañado de un humor negro exquisito. Por ello os diálogos no tienen pérdida, son altamente ingeniosos.

Ya lo dice Aldo Raine al final, “Esto puede ser mi gran obra maestra”, eso es lo que muchos piensan con respecto a Tarantino.
El único pero es el exceso de escenas violentas desagradables (pero claro, estamos hablando de Tarantino y además de una de sus películas menos sangrientas) y el tiempo, dos horas y media que en ocasiones hace que sea pesada aunque la verdad el film se lo puede permitir.

Con respecto a los actores, esta pletórica la película. Tiene un reparto muy numeroso, puesto que esta dividida en capitulos y se van sumando pequeñas historias, que como dije, quedan perfectamente ensambladas. Si Pitt lo hace bien, y Mélanie Laurent defiende correctamente su papel, el coronel Hans Landa lo clava. Reconocido en el Festival de Cannes 2009 como mejor actor Christoph Waltz, no sería extraño el Oscar, y la verdad lo merece porque hace un trabajo excepcional.


Personalmente la recomiendo por su originalidad en argumento y en combinación de diversos elementos (planos transgresores, mezcla de músicas, simbiosis de diversos géneros…) y sobre todo para echar unas risas.




El Coloso ya no es arte


Si hace tiempo alguien hubiese dicho que al Coloso, obra hasta el momento adjudicada a Goya, “le falta coherencia, hay técnica desmañada y otras huellas impropias de las pinceladas del maestro” nos hubiéramos llevado las manos a la cabeza.

Cómo alguien puede decir eso de un cuadro del gran Francisco de Goya y Lucientes, autor de obras tan célebres e incuestionables como lo son los Fusilamientos del 3 de mayo y La carga de los mamelucos o de su pintura más negra Saturno devorando a su hijo, por ejemplo.

Pero si la autoría no es tal, lejos de ser incuestionables pierden todo su valor, los trazos se vuelven desmañados y cualquiera podría haber pintado semejante cosa, al parecer.

Manuela Mena, jefa de conservación de pintura del s.XVIII y Goya del Museo del Prado, meses después de haber hecho un ensayo con las justificaciones de por qué la descatalogación del Coloso, el boletín del Prado publica El coloso y su atribución a Goya, ante lo cual Mena se reafirma.

Si yo digo que la Madonna Lisa de Leonardo no me gusta y considero que hay cuadros coetáneos que deberían gozar de mayor fama porque demuestran mucho más, alguien se atreverá a decir que no tengo ni idea. Pero si viene el jefe de conservación de pintura de Leonardo del Louvre y descubre que tal lienzo no es de Da Vinci, a lo mejor alguien me da la razón.


Esta noticia del Coloso puede llevarnos a dos reflexiones:

La opinión de una persona con criterio respaldada por amplias razones, puede cambiar algo establecido durante siglos.

Algo es arte cuando sale de las manos de una persona, a la que la notoriedad más inminente no cuestiona, puesto que la historia la avala como tal.
Y en este punto digo, la gente desvinculada académicamente con el arte y su historia, e incluso los académicamente formados en este campo, que sentían admiración por este cuadro, creerán ahora que es incoherente y con técnica desmañada.

Entonces nos hallamos ante la hipocresía de los circuitos cerrados del mercado del arte.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Los pájaros

Chico coincide con chica en una pajarería mientras este buscaba un par de periquitos para su pequeña hermana. Chica decide llevar dichos periquitos, por sorpresa, a este chico. Pero cuando dicha mujer llega al tranquilo pueblo de Bodega Bay, los pájaros comienzan extrañamente a protagonizar ataques perfectamente pautados contra las personas. ¿cual es el motivo?¿tienen algo que ver los periquitos?¿y la chica?

Contado así, someramente (no merece más la sipnosis en sí y veremos por qué) este es el argumento de Los pájaros (1963) sonada película de Alfred Hitchcock y basada en The birds, relato de Daphne Maurier.
El argumento es así de simple, y nos preguntamos cómo unos pájaros y un relato tan simple van a tenernos casi dos horas (119 minutos) en vilo, pues Hitch lo hace como es habitual en él.

Es una película fantástica porque tiene clincher y quieres saber qué pasa, por qué hacen eso los pájaros. A mitad del filme ya cuesta soportar el ruído de las aves, de ese mal augurio del que las hacemos síntoma. Es inevitable sentir empatía con los protagonistas,en el sentido de pensar cómo reaccionaríamos ante ese caos frente al que nadie puede protegerte menos tú mismo con todas las adversidades que se presentan. Porque ante la fuerza de la naturaleza ninguna fuerza humana tiene sentido. La desprotección total de una población de la que Melanie Daniels (Tippi Hedren), Mitch Brenner (Rod Taylor), una magnífica mamá Brenner:Lydia (Jessica Tandy) y su pequeña hija (Veronica Cartwright) son protagonistas.

Los pájaros se convierten en los símbolos de nuestros miedos, ante los que podemos luchar pero ante los que nos hayamos totalmente solos y a veces impotentes. No todo puede ser sometido a lo racional y con esto juega Hitch: con gaviotas y cuervos que atacan, con elementos ante los que las fuerzas de seguridad poco pueden hacer.

Uno de los elementos con los que más tontea el director son los periquitos, a los que con cada plano hace sospechosos y causantes del caos pero al mismo tiempo inofensivos, lo que hace que la niña quiera llevarlos a todas partes. Y cada vez que se mencionan el espectador se pone en alerta : Mejor deja los pájaros porque cada vez que esos “adorables” periquitos se invocan...
Este sentimiento yo lo definiría con otra imagen muy típica en el género de terror: típico personaje que acude a un lugar que nosotros reconocemos como peligroso y en el que es previsible que pase algo, “no entres ahí” pensamos. Pues los periquitos igual, cada vez que la familia Brenner se mueve en el último momento la niña se acuerda de ellos y pide que le dejen llevarlos a lo que tras unos segundos de duda responden que sí.






(ATENCIÓN: ESTE PÁRRAFO HABLA SOBRE EL FINAL DEL FILM)


El final de la película es otro trinar. Una cosa es que el consumidor anhele una respuesta al planteamiento de la película y otra cosa muy distinta es lo que el director nos vaya a dar y con esto, la sensación que nos quiere dejar. En este caso, el final es abierto con lo cual nuestra imaginación se tendrá que buscar un poco la vida si se lo permite la estupefacción con la que se queda uno, con la boca abierta vaya. Que es lo que menos piensas después de esa gran secuencia en la que la familia protagonista, tras un gran ataque por parte de los pájaros, tiene que abandonar la casa y se plantea la siguiente imágen: Rod Taylor abre la puerta y se encuentra con miles de aves que llegan hasta el porche de su casa, cuando lentamente consigue auxiliar a su familia y “embarcarla” en el coche no sin los periquitos, arranca el coche y empieza el estupor, no esperen ni un The end ratificador de que el filme ha terminado. Sin embargo, el final que había pensado Hitch en principio era otro: los portagonistas terminaban escapando de los pájaros, llegaban a San Francisco liberados hasta que se daban cuenta de que todo el puente Golden Gate y los edificios estaban llenos de pájaros, esto no fue posible por dificultades económicas y técnicas.


Esta secuencia, me trajo a la memoria la película de Flame y Citronen (que evidentemente no tiene nada que ver) en la que nos dan un plano de Citronen (el gran Mads Mikkelsen) saliendo de la casa, y cuando el espectador realmente cree que ha llegado la liberación, el director nos da una bofetada y nos saca un plano de cientos de nazis con armamento, apuntando hacia un único blanco: Citronen..

Como no, veremos al director discretamente saliendo de la pajarería con dos perros. Pero anécdotas a un lado, en 1963 no había la tecnología de la que nos servimos ahora, nada se hacía por ordenador.
Por ello muchas escenas se trabajaron en post producción sirviéndose de algo similar al procedimiento del chroma key (esa técnica audiovisual que utilizan algunos programas de tv por ejemplo, para crear un fondo sobre otro totalmente liso mediante ordenador). Otras escenas se hicieron con pájaros mecánicos, reales o entrenados para atacar. La escena en la que la gaviota pica a Melanie, primera vez que los pájaros comienzan a agredir, es un muñeco manejado por cables. De hecho, se dice que el impacto le provocó una herida por la que el rodaje se suspendió tres días durante su recuperación.


Pero sin duda, a mi lo que me abruma de estos filmes que nos sacan más de 20 años es que consiguen mantener al espectador en el más absoluto vilo, enganchado al filme, sintiendo empatía con los personajes y sintiendo esa especie de miedo en realidad, sin tener que recurrir a lo fácil, a meter una imagen impactante o chocante, recurriendo a la sangre o sirviéndose de las cosas más macabras. Evitando todo esto que nos ofrecen las películas de terror actuales. Y la verdad es que cuando se ve una película de estas características te das cuenta que se puede hacer cine de terror con un alto grado de sofistificación, empleando la desautomatización y llegando así a configurar una buena película.



L.A.A